27 de enero de 2017, Departamento de Estudios Mesoamericanos y Mexicanos

27 de enero de 2017, Departamento de Estudios Mesoamericanos y Mexicanos
Foto: Ma. del Refugio Plascencia / Alhelí Cervantes

Proyectos

La música de tradición oral en México: análisis, clasificación y catalogación
Hilda Mercedes Morán Quiroz, responsable del proyecto

Objetivo:
Establecer criterios para el análisis, clasificación y catalogación de la música de tradición oral, tanto en lo referente a sus características musicales y literarias, como a los aspectos sociales y culturales más generales.
Ello, a partir de recopilaciones ya existentes, y con el fin de contar con un panorama que dé cuenta de los orígenes, procesos y desarrollos de la música de tradición oral en nuestro país, y que pudiera constituir una base sólida para ulteriores recopilaciones e investigaciones de campo, tareas que son igualmente importantes y urgentes.
Finalmente, contar con un panorama general de las características musicales de las canciones de tradición oral, nos permitirá más tarde realizar estudios comparativos entre nuestras diversas tradiciones musicales populares y las de otras culturas, así como analizar, distinguir y sistematizar las relaciones existentes entre la música tradicional y las creaciones musicales profesionales.

Antecedentes – Justificación
Tomar una forma de expresión artística, sobre todo en lo concerniente a las manifestaciones populares, desde una disciplina “ajena” a esas cuestiones, plantea importantes problemas teóricos, metodológicos y hasta éticos, empezando por la necesidad de romper, de alguna manera, con nuestros esquemas unidisciplinares.
Para Marie-Areth Hers[1], al referirse al estudio del pasado prehispánico, el principal problema estriba en la escisión entre la historia del arte y la arqueología. Sin embargo, nos dice, “en otras partes del mundo, esa escisión [...] no se ha dado [...]. Pero en México, la Conquista española no solamente ha marcado profundamente la manera de periodizar el pasado [...]. El historiador del arte suele ser ajeno a las técnicas que se requiere dominar para ubicar una pieza en su contexto espacio-temporal, y tampoco estará familiarizado con los campos de la antropología [...] que podrían acercarlo a la variedad cultural que caracteriza al México actual como antaño al mesoamericano. Por su parte, el arqueólogo mesoamericanista aduce generalmente que el arte es un concepto eurocentrista y, por ende, recurre a extrañas apelaciones [...] para referirse a las obras de arte o, en el mejor de los casos, limita su análisis de las obras a las interpretaciones iconográficas...”
En el campo de la música, trátese del pasado o del presente, las dificultades son aún mayores en lo que respecta a las formas de expresión popular. De ahí la observación de Lourdes Turrent (1993, p. 11): “La extensión de nuestro territorio y su amplia diversidad de climas y accidentes geográficos, han propiciado que México sea un gran mosaico cultural. [...] Numerosos investigadores están dedicados a rescatar, estudiar y conservar esta riqueza, especialmente en las artes plásticas y la danza. Desgraciadamente no podemos decir lo mismo de la música.”
Tanto los historiadores del arte, como los mismos músicos, dedican sus esfuerzos a la música “de arte”, mientras que lo “popular” ha quedado como objeto de estudio de los etnomusicólogos. Éstos, frecuentemente con poca formación antropológica, se han dedicado sobre todo al “rescate” de las manifestaciones populares y, las más de las veces, éste se limita a la grabación y, cuando mucho, a la transcripción y publicación de las letras de las canciones “rescatadas”, pero no de la música. En el mejor de los casos, se da cuenta de las funciones y significados sociales de las diferentes piezas musicales, pero no hemos llegado aún al análisis sistemático de las características musicales de la música.
Los argumentos que nos permiten conservar y reproducir este estado de la cuestión, también son variados. Por un lado, partimos de la convicción de que a nadie le sirve ni le interesa tener la música escrita, salvo para fines netamente musicales, es decir, para ser usados por los intérpretes profesionales. Pero ellos no se dedican a interpretar las músicas populares o de tradición oral, mientras que quienes sí lo hacen, no necesitan de la partitura. En otras palabras, suponemos que la música, aunque afirmemos que es un lenguaje “universal”, no puede ni debe escribirse o leerse por individuos ajenos al arte. Por otro lado, con nuestro complicado sistema de notación musical y nuestro deficiente sistema para enseñarlo, la transcripción musical no es tarea fácil ni siquiera para los músicos mismos.
Parecería, pues, que la música que se canta todos los días y que se transmite de generación en generación, no es música en realidad. Por absurdo que suene, es esto lo que pudimos comprobar al entrevistar a padres y madres de familia, en el marco de un trabajo de “rescate” del patrimonio cultural[2]: preguntar qué cantaban a su hijos, con ellos o para ellos, provocaba casi invariablemente la misma respuesta: “yo nunca les canto”. Pero, con la misma frecuencia, el recuento de las actividades que realizaban con sus hijos cotidianamente, hacía aparecer cantos de cuna, rondas y juegos cantados de todo tipo que, aunque eran ilustrados por ellos mismos, cantando, no los consideraban como canto.
Finalmente, la publicación de recopilaciones de cantos con música, en el ámbito académico, parece ser aún más difícil que la complicada labor de transcripción musical. Con demasiada frecuencia, la respuesta de instituciones y dependencias no especializadas en la música, es que ésta no puede ser objeto de publicación de nadie más que de los Departamentos y Escuelas de Música. Después, cuando se logra el apoyo de uno de estos últimos, los trámites para registro pueden tardar años, puesto que, al menos las nuevas regulaciones en esta materia, exigen que, aunque el recopilador asegure que se trata de música de tradición oral y, por lo tanto, del dominio popular, se haga una revisión bastante costosa, tanto en tiempo como en dinero, de cada una de las piezas recogidas[3].
Casi como excepción que confirma la regla, vale la pena mencionar el papel que ha jugado El Colegio de México en el estudio y divulgación de la música tradicional popular, aunque no se incluya la música como disciplina central de sus planes de trabajo. Así, es El Colegio de México quien publica por primera vez, en 1951, la Lírica infantil de México, de Vicente T. Mendoza, que incluye tanto la letra como la música, además de una excelente nota introductoria del mismo autor. Sin embargo, a partir del resurgimiento del interés por las tradiciones, a mediados de la década de los setentas, las nuevas publicaciones musicales de El Colegio de México (Naranja dulce... y el Cancionero folklórico de México, por ejemplo), ya no incluyen más que la letra de las canciones. Al mismo tiempo, la segunda edición de la Lírica..., de Mendoza, se hace en la colección “Letras mexicanas”, del Fondo de Cultura Económica. A esta editorial corresponde también la publicación del resto de las obras de Mendoza, y son éstas las únicas obras con notación musical existentes en el catálogo del Fondo de Cultura. Huelga decir que el caso de Mendoza es también excepcional, en cuanto a la cantidad y la calidad del trabajo realizado.
Por las razones que se han expuesto arriba, y aunque lo ideal sea que el mismo investigador o grupo de investigadores realicen el proceso completo, desde la recopilación musical hasta el análisis y la clasificación, pasando por la transcripción y organización del material, en el presente proyecto se propone partir de recopilaciones ya existentes, mismas que se mencionan más adelante, bajo el rubro de metodología.

Metodología:
Se seguirán sobre todo los lineamientos de análisis y clasificación establecidos por Kodály y Bártok, así como las modificaciones hechas a ese modelo por sus sucesores (v.gr. Erdei, Komlos y Lund). Lo anterior no significa, sin embargo, una total aceptación de las ideas de base para la recopilación de canciones de tradición oral de las que parten los mencionados investigadores-autores-pedagogos, ni que en este trabajo se considere la canción de tradición oral como la única expresión musical “válida” de un pueblo. Por otro lado, y puesto que aquí no se trata de lograr un producto que pudiera servir de guía y/o de libro de texto para la educación musical infantil, el modelo tendrá que ser modificado para responder a las necesidades de clasificación de las que ya hemos hablado arriba. En ese sentido, sobre todo la organización del material se hará de manera distinta a la que nos sirve de punto de partida; para ello, tomaremos en cuenta los distintos modelos que se mencionan en la bibliografía, tratando siempre de responder a las características específicas de los elementos encontrados en el material de estudio.
En suma, los pasos que se seguirán serán:
  1. Diseño de una base de datos y captura, en la misma, de los datos generales de cada canción: los datos de recolección, en caso de que se cuente con ellos (es el caso de las recopilaciones de Mendoza y Moncada) y el rubro bajo el cual la clasifican los recopiladores, más las características musicales más inmediatamente evidentes (figuras rítmicas, sonidos de que se compone la melodía, escala, sonido final, etc.).
  2. Análisis de motivos rítmicos y melódicos, y captura de los mismos en una segunda base de datos diseñada para ello.
  3. Clasificación por cada uno de las características anotadas para cada canción.
  4. Unificación de criterios para la organización final, de acuerdo con lo encontrado.
Los pasos anteriores se aplicarán sucesivamente a cuatro conjuntos de recopilaciones, a saber:
  1. Lírica infantil de México, de Vicente T. Mendoza; Juegos infantiles tradicionales, de Francisco Moncada García; Cancionero infantil español, de Juan Hidalgo Montoya.
  2. Naranja dulce..., de Mercedes Díaz Roig; grabaciones de CONAFE: Así cantan y juegan en... Altos de Jalisco, Sur de Jalisco, Huasteca, Mayab. En este caso, se hará la transcripción de letra y música antes de lo mencionado arriba; es por ello que, aunque también se trate de canciones y juegos infantiles, se está considerando como una segunda fase, cuyos resultados, sin embargo, se incorporarán y compararán con los de la fase anterior.
  3. La canción mexicana, Glosas y décimas de México, Romance y corrido y El corrido mexicano, obras todas de Vicente T. Mendoza.


NOTA: El presente proyecto ha dado lugar a tres más, a partir de los hallazgos tanto teóricos como metodológicos y de aplicación práctica en la docencia. Dichos proyectos son:
-       Tradición, música e ideas.
-       Ejes transversales de la educación.
-       La canción popular en la construcción de una identidad nacional: repertorio de Pedro Infante y Jorge Negrete.
Los cuatro proyectos confluyen en las tareas del “International Kodály Society László Vikár Forum for Music Research”, del cual formo parte como miembro fundador.


[1] “Manuel Gamio y los estudios sobre arte prehispánico: contradicciones nacionalistas”, en Eder, 2001, pp. 29-30.
[2] En prensa. La familia, el canto y los niños: transmisión de canciones en la Hermosa Provincia y colonias aledañas, México: UNAM.
[3] Sólo para ilustrar esto, valga la mención de que la investigación mencionada arriba (“La familia, el canto, los niños...”) está entregada y aceptada para publicación y grabación de las canciones recogidas, desde hace poco más de dos años.

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Construcción de identidad nacional a través de la canción popular
Síntesis de proyecto de investigación y avance
Hilda Mercedes Morán Quiroz, responsable del proyecto

Este proyecto se deriva de los hallazgos y reflexión generados a lo largo del trabajo correspondiente al proyecto “La música de tradición oral en México”, específicamente en lo tocante a la incorporación y/o enajenación de características de las canciones de tradición oral (por lo general consideradas “infantiles”) en las canciones populares (“para adultos”).

El material de trabajo de este proyecto está formado por el repertorio de Pedro Infante y Jorge Negrete. Se hace un análisis de las canciones que lo componen, tanto en sí mismas, como en el contexto de las películas de las que algunas forman parte. En ello, reconocemos el papel jugado por el cine y la música durante la etapa llamada “época de oro del cine mexicano” en la construcción de una identidad nacional, integrando en ésta algunas de las muy diversas culturas regionales y étnicas.

El proyecto se sitúa en la convergencia de varias disciplinas –sociología, historia, lingüística, música, etnomusicología–, con la colaboración de investigadores tanto del cuerpo académico de adscripción de la responsable (Procesos de Historia mundial y formación social mexicana: María Teresa Ruiz Esparza y Alicia Velázquez Ornelas) como de otros (Rosa Herminia Yáñez Rosales, Rogelio Luna Zamora y Eduardo de la Vega, hasta el momento), así como estudiantes de licenciatura y posgrado.

Las bases y la necesidad de este (sub)proyecto han quedado expresadas en el artículo (en prensa) “Intersections: Music Research and (Music) Education”, en particular, aunque no exclusivamente, en el último apartado (“Defining Folksong”). Una primera aproximación está contenida en “Identidad nacional: cine, música popular, tradiciones y emociones”, ponencia presentada en coautoría con Rogelio Luna en el congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología, celebrado en Buenos Aires, Argentina 2009. Una aproximación más está contenida en el trabajo, todavía en proceso, centrado en la película Tizoc, y del cual se envió una propuesta de ponencia, en coautoría con Rosa Yáñez, a la Sociedad de Etnomusicología.

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Ejes transversales de la educación
Síntesis de proyecto
Responsable: Hilda Mercedes Morán Quiroz
Participantes: Ricardo Ávila, Hilda Morán, Teresa Ruiz, Alicia Velazquez




Primera parte:
Reflexión en torno a los objetivos que debe o debería cumplir una materia en tanto eje transversal de la educación, en relación con los objetivos generales de la educación de acuerdo con la UNESCO. Discutimos enseguida las implicaciones de la puesta en práctica, así como posibles ventajas y desventajas de tres propuestas de ejes transversales: historia de las religiones (Touraine – Del Paso), historia mundial (Knauth) y música (Kodály).
Ejes transversales de la educación
    1. Qué son
    2. Objetivos en relación con:
  1. Objetivos de la educación desde diversas perspectivas (propongo tomar el cuento de Todorov como punto de partida)
  2. El conocimiento y el aprendizaje en relación con el sentido de la vida desde cada una de las perspectivas señaladas; por lo tanto, significado del aprendizaje significativo.
  3. Posibles ejes transversales desde cada una de las perspectivas anteriores y sus implicaciones
  4. Propuestas situadas desde la cuestión de la convivencia:
    1. La religión: Touraine y Del Paso
    2. La música: Kodály; resultados de la investigación y la puesta en práctica de esta propuesta:
                                                              i.      En relación con la teoría clásica de la inteligencia y la medición de coeficiente intelectual;
                                                            ii.      En relación con la teoría de las inteligencias múltiples y el desarrollo de habilidades de apoyo al resto de las materias escolares;
                                                          iii.      En relación con la teoría de la inteligencia emocional (vinculada con las inteligencias interpersonal e intrapersonal, ambas en estrecha relación con la capacidad de convivencia)
                                                          iv.      En relación con el concepto de “vida interior” (Victor Frankl).

Segunda parte:
Papel de la universidad en la formación de profesionales y en la elaboración de materiales pertinentes para la educación en general, tanto universitaria como de los niveles que la preceden.

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